Sin lugar a dudas, el gran vencedor de las pasadas elecciones fue el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Sin embargo, después de las elecciones ha tenido que lidiar con ataques constantes, que, bien fundamentados, enriquecen nuestra democracia.
Morena ha seguido comportándose como oposición en todos los espacios que gobierna. El reto de Morena es, por un lado, no convertirse en el nuevo Partido Revolucionario Institucional (PRI), y por el otro, sobrevivir a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y encontrar un perfil político que les permita seguir en el poder seis años más.
Por Juan Pablo Aguirre Quezada
“Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser grande o democracia”. Theodore Roosevetl
El partido político del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) fue el gran ganador en las pasadas elecciones, tanto en lo federal como en lo local. En tan sólo cuatro años de historia y en sus segundos comicios nacionales –primeros presidenciales- esta fuerza política logró –en alianza con los partidos del Trabajo y Encuentro Social- 53% del total de sufragios para el poder ejecutivo.
Además, se convirtió en fuerza mayoritaria en Cámara de Diputados con 252 legisladores, y en el Senado de la República con 59 representantes. En adición a esto, logró ser la primera fuerza en 19 congresos estatales y ganar las gubernaturas de Chiapas, Tabasco, Veracruz, Ciudad de México y Morelos, esta última en coalición con el PES.
Los 30 millones de votos recibidos en la elección para Presidente de la República a favor de Morena, representan la confianza depositada de ese mismo número de ciudadanos en esta fuerza política como abanderada de la administración pública que iniciará el próximo 1 de diciembre, y que espera un cambio en que la superación de la pobreza, combate a la corrupción, mejores condiciones de seguridad pública o acceso a educación y servicios de salud. Por tanto, el gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador tendrá el reto de no defraudar a quienes votaron por él, además de hacer una eficiente labor que permita mejoras a escala nacional.
Sin embargo, Morena puede ser víctima de su propio éxito respecto a la confianza de sus electores, por lo que el período de gobierno de cinco años y 10 meses deberá ser aprovechado de tal medida que haya resultados positivos inmediatos o a corto plazo. Asimismo, el control que tiene en ambas cámaras le permitirá aprobar leyes e incluso, la tutela en reformas constitucionales que deberán ser apoyadas por otras representaciones partidistas en los dos Plenos.
No obstante, deberá tomar en cuenta el sentir de las minorías y escuchar a todos los mexicanos, a fin de no decretar normas injustas en perjuicio del tejido social. Por lo que su ejercicio tanto de gobierno como legislativo debe ser responsable, abierto a la crítica, con fomento a la transparencia y rendición de cuentas, entre otros elementos.
Estas condiciones también representan un reto para los cuadros de Morena, ya que deberán distinguir la independencia de los poderes Ejecutivo y Legislativo, lo cual ha sido fortalecido de forma democrática en las últimas décadas en México. Esto, ya que después de casi 25 años (1994 – 1997) el partido que gana las elecciones presidenciales también obtienen la mayoría absoluta en ambas Cámaras.
Si bien Morena es un caso de éxito electoral en el sistema de partidos políticos de México, ahora dejará de ser oposición para entrar en la responsabilidad de encabezar la nueva administración pública. Por lo que será necesario que impulse políticas públicas que corrijan errores de gobiernos pasados, pero también que den resultados positivos nacionales por el bienestar de todos los mexicanos.
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