Por Elena Palestino
Esta ocasión, me permito escribir acerca de la película «Sorry we missed you», del director Ken Loach y que fue estrenada en el año 2019 bajo el nombre en español de «Lazos de Familia».
Y para empezar recupero una frase dura de esta película, que, a mi parecer, es demoledora y representa en esa escena final la precarización en todos los sentidos, laboral, familiar y personal ¡Debo ir a trabajar!¡No tengo opción ¡. El jefe de la familia retratada en esta película, Rick, esta física y mentalmente acabado, pero debe ir a trabajar por no dejar en la calle a su esposa Abbie y sus dos hijos Liza Jean y Seb.
Es un contraste entre lo que en el contexto de la película se antoja como una utopía y es precisamente el concepto de «la vida que merece ser vivida», planteado por la economista feminista Amaia Pérez Orozco, esa vida a la que no podemos aspirar más que a pensar, pues los trabajos actuales, tanto los remunerados como los no remunerados, reclaman cada vez más horas de nuestro tiempo, horas extra que en la mayoría de los casos no son consideradas para un pago y lo que retrata la película es esa falsa idea de “ser tu propio jefe” pero cabe reflexionar que dejas de ser un trabajador para convertirte en acaso un tipo de ¿esclavo? al servicio del capitalismo más descarnado en el que no existen prestaciones ni seguridad social, lo que ya comienza a conocerse como la “uberización” del trabajo, la cual se ha exacerbado a raíz de la pandemia por COVID-19, ahora todo llega a la puerta de tu casa, en una cadena de logística que precariza no sólo a repartidores, como en la película, negocios pequeños y empleados de las empresas de e-commerce resienten las consecuencias y son el eslabón débil de la cadena.
«Sorry, we missed you», además de mostrar la precarización de los trabajos pone en evidencia el problema social que representa ya la realidad de una población envejecida que demanda cuidados, claro que la trama de la película se desarrolla en un país que puede permitirse cierto privilegio al tener los recursos para pagar a las personas que se dediquen a esos trabajos de cuidado, sin embargo, no es la realidad general ni de todos los países, y mucho menos de los países denominados «Sur Global» al que pertenece México. Es interesante como estos trabajos de cuidado son una vez más encargados a las mujeres, aunque sean remunerados también se retrata como las mujeres ponen en segundo plano a su propia familia y aún a sí mismas para cumplir con esos trabajos de cuidado remunerado que al final resulta no producir lo suficiente para alcanzar cierta tranquilidad que permita a quien lo realiza disfrutar del tiempo familiar y de ocio.
De manera esporádica también se habla de los trabajos de limpieza que es un mercado laboral precarizado y feminizado, se observa cuando la amiga del chico Seb le informa que se va a otra ciudad a trabajar en limpieza donde trabaja una amiga y que es fácil entrar a ese trabajo, referenciando también al tema de la migración ya sea dentro del mismo territorio o a territorios extranjeros, dando lugar a las cadenas globales de cuidado que también contribuyen a sostener las economías del Sur Global gracias al envío de remesas de las mujeres que son expulsadas al «Norte Global».
En varios puntos de la película se observa a cómo Abbie y Rick, padre y madre de la familia protagonista, tienen episodios explosivos por la frustración de estar en un círculo de precariedad: precariedad en el trabajo, en la familia y en la vida personal, Abbie vive en tensión por contenerse de no relacionarse personalmente con las personas a quienes cuida y por tener tiempo mínimo para estar con su familia. Rick el padre se frustra al tener deudas crecientes y por alcanzar su máximo de entregas para obtener el mayor dinero posible. Estos círculos de precariedad ponen de manifiesto el aspecto poco o nada atendido de la salud mental, ¿cómo lidiar con las exigencias del capitalismo descarnado sin perder ese hilo de salud mental que el estrés diario adelgaza cada día? Desafortunadamente es un punto que la seguridad social no considera en la mayoría de los países y ahora bajo los modernos esquemas de trabajo en los que no hay prestaciones, el acceder a un cuidado de la salud mental es simplemente imposible.
Y sumado al poco cuidado de la salud mental, la vida precarizada contribuye a la reproducción y perpetuación de las relaciones desiguales en los hogares, la mujer sigue estando subordinada a las decisiones del hombre, basta poner atención a una de las escenas en las que la madre de familia vende su auto para apoyar el nuevo emprendimiento del padre de familia, Rick. Se suman los círculos de violencia contra los hijos y las mujeres de la familia y el surgimiento de adicciones en los miembros de la familia: al alcohol, internet y en algunos casos las drogas.
Finalmente, ¿a quién respondemos ahora? O mejor dicho, ¿a qué respondemos? En la película nos dan una idea: respondemos a la máquina, el cliente y el mercado, la “caja” decide quién vive y quién muere.
Este escrito no contiene spoiler alerts sólo es una invitación a ver esta cinta y reflexionar.
“Los comentarios y opiniones vertidos en Órbita Política son responsabilidad de su autor, no representan una consultoría, asesoría o prestación de servicios de ninguna índole”
Texto de interés
Subversión Feminista de la economía. Sobre el conflicto capital-Vida