Por Jaquelin Garduño
A nivel mundial llevamos casi 80 millones de contagios por COVID-19 y cerca de 2 millones de fallecimientos. Casi todos los países han presentado una parálisis de su actividad económica con resultados más o menos catastróficos dependiendo de las acciones encaminadas por sus gobiernos.
#ElRecuento
En México, ocupamos el cuarto lugar de muertes por COVID-19, después de la India, Brasil y Estados Unidos. Tenemos un conteo de cerca de 1 millón 300 mil contagios. Y con respecto al tema económico existen alrededor de 3 millones de desempleados, de los cuales, 1 millón eran Empleos formales. Además, no fue suficiente el dinamismo económico en noviembre por el #BuenFin, presentamos una caída en la economía mexicana del 5% anual.
Nuestro país presenta un panorama desalentador, es uno de los países con menos medidas implementadas por la pandemia en materia de salud, educación, protección social y empleo. Tan sólo, la CEPAL prevé medio millón de cierres de empresas a nivel nacional por falta de apoyos, lo que supone un rezago en los rubros mencionados, un incremento del desempleo, informalidad y un impacto económico sin precedentes.

#ElContraste
Por citar algunos ejemplos; mientras que en otros países de América Latina se implementaron medidas educativas como plataformas en línea, entrega de materiales y apoyos alimenticios para estudiantes, en nuestro país se le apostó a la transmisión por Televisión, cuando el 30% de la población no cuenta con un televisor debido a la pobreza extrema y falta de comunicación en zonas marginadas.
En el tema de “bienestar social” se entregaron apoyos a los adultos mayores y apoyo por gastos funerarios de 11 mil pesos. Mientras que en Argentina; además de entregas directas de recursos, hubo ampliación de ayudas públicas a restaurantes comunitarios. Incremento de 6.12% a las pensiones, las prestaciones familiares y las cotizaciones sociales. Transferencias de alimentos. Bonos para personal de salud. Y se prorrogó hasta fin de año la prohibición a las empresas de servicios públicos de interrumpir servicios por falta de pago lo que libera, en gran medida a los empresarios, para seguir conservando empleos y preservando la actividad económica. Además se crearon cuatro programas para dar internet y telefonía a población marginada y congelación de tarifas de telefonía, internet y televisión.
Siguiendo con América Latina, en Chile además de ordenar la cuarentena a extranjeros, se implementó el uso obligatorio de mascarillas, así como pruebas gratuitas para personas con y sin síntomas, mientras que en nuestro país, fueron limitadas a personas con síntomas, olvidando por completo la cuarentena a extranjeros y tomando por la borda el uso de mascarillas, empezando por la falta de empatía de nuestro, Presidente Andrés López Obrador.
En países como Chile, Argentina y Uruguay sus gobiernos decidieron apoyar la economía nacional aplazando el pago de impuestos para pequeñas y medianas empresas, además de medidas gratificantes para deudores en Chile y exención de pago de impuestos de seguridad social.
Mientras que, en México, existe un distanciamiento con el sector empresarial y un discurso de división entre clases. Existe un señalamiento contundente hacia los empresarios como “abusadores”, siento el 95% de las empresas PyMES y no grandes corporaciones, aportando el 52% del PIB y más del 70% del empleo formal. Ya existen solicitudes de apoyo y no aparece una respuesta positiva para el rescate de la economía de nuestro país.
Hoy llamo a la reflexión de estas líneas que poseen datos duros y contrastantes porque, existe una urgencia nacional de la implementación de acciones integrales para enfrentar la pandemia y que sus efectos, sean los menores.
En la CDMX, estamos de nueva cuenta el SemáforoRojo y con ello, el cierre de negocios, una medida acertada desde el punto de vista de aglomeraciones, pero tardía por el aumento de contagios y saturación de hospitales; además, inequitativa con el comercio informal y los diversos medios de transporte masivo que siguen funcionando sin restricción por lo que, es inminente replantear la estrategia sobre las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las medidas existentes sobre el colapso hospitalario? ¿Qué otra medida se implementará para salvar a la economía de todos?
Las vidas son importantes y la economía es el motor de una sociedad. Ambas están rebasadas.