Por Óscar Cuevas
El periodismo es un conducto para expresar voces que no pueden expresarse. Una actividad que saca a la luz lo que está en la oscuridad. Un ejercicio de contrapeso a los gobiernos. Una actividad profesional que fortalece a la democracia. Un instrumento que transparenta el ejercicio del poder público. El cuarto poder.
El párrafo anterior contiene varias definiciones y preconcepciones del periodismo. Algunas de ellas utópicas, otras más cercanas al ejercicio periodístico. El periodismo existe, desde Kovach y Rosentiel, por el deseo de conciencia del hombre. Responde a la necesidad de comprender el mundo, de interpretar la realidad.
El periodismo ofrece algo único a una sociedad: la información independiente, veraz, exacta y ecuánime que todo ciudadano necesita para ser libre. (Kovach y Rosentiel. 2003, 16) Para cumplir este cometido, según los autores, debe ser fiel a los siguientes elementos:
- La primera obligación del periodismo es la verdad
- Debe lealtad ante todo a los ciudadanos
- Su esencia es la disciplina de la verificación
- Debe mantener su independencia con respeto a aquellos de quienes informa
- Debe ejercer un control independiente del poder
- Debe ofrecer un foro público para la crítica y el comentario
- Las noticias deben ser exhaustivas y proporcionadas
- Debe respetar la conciencia individual de sus profesionales

Esta deontología periodística es la que configura el quehacer noticioso. El periodismo sirve, en Kovach y Rosentiel, para proporcionar a los ciudadanos la información que necesitan para ser libres y capaces de gobernarse a sí mismos. (2003, 24) Es en este sentido que el periodismo encuentra su razón de ser en la necesidad de los hombres de comprender el mundo, de entender qué es lo que ocurre dentro de sus comunidades.
La relación que sostiene el periodismo con la descripción de los eventos que ocurren en las comunidades tiene que ver también con el aporte democrático del quehacer noticioso. La interacción entre el periodismo y las comunidades tiene como consecuencia necesaria el involucramiento de los miembros de la comunidad en aquellos asuntos que les afectan de manera directa. Dicho intercambio de información surgió dentro de los cafés en Inglaterra, a comienzos del siglo XVII, y con el tiempo, comenzó a formarse el concepto de opinión pública.
Una opinión pública sana debe sumar una diversidad de voces, ya que, a partir de los diferentes puntos de vista, el ciudadano adquiere más información y puede lograr una síntesis mucho más informada del problema que si solamente hubiera un solo hablante que impusiera su voluntad. En este sentido, los conceptos de información y sociedad democrática van siempre de la mano, son indisociables.
El periodista debe funcionar como una especie de verificador de la información que obtiene. Según los autores, el primer compromiso del periodista es la comprobación. (Kovach y Rosentiel. 2003, 35) Y de dicha comprobación nace la confianza, entendida, con Rosanvallon (2007), como un economizador institucional.
Sin embargo, la deontología periodística mencionada párrafos arriba se enfrenta a la maquinaria neoliberal de la noticia. Estamos por primera vez ante el auge de un periodismo basado en el mercado y cada vez más disociado de cualquier noción de responsabilidad cívica. (Kovach y Rosentiel. 2003, 41)
La técnica periodística se ha visto modificada con el arribo del internet y de las redes sociales. Las coberturas por minuto y el big data han reconfigurado la relación que tiene el periodista para con sus fuentes. La noción creativa del periodismo artesanal parece no combinar con esta vorágine informativa que impone la inmediatez de la red social.
Tres fuerzas principales causan el alejamiento progresivo del periodismo de aquella posición en que contribuía a la construcción de los principios fundamentales de la ciudadanía. La primera es la naturaleza de las nuevas tecnologías. […] El segundo cambio fundamental es la globalización. […] El tercero de los factores que impulsan al nuevo periodismo de mercado es la acumulación. (Kovach y Rosentiel. 2003, 43-44)
La lógica del mercado, impulsada desde el neoliberalismo, y la razón de la inmediatez, promovida desde la técnica; han hecho de la innovación y “lo nano” los credos de la información para las nuevas generaciones. Bajo este mandato, las salas de redacción se convierten en recopiladores y sintetizadores de información.
Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google, sostiene que cada dos días se crean tantos datos como entre el origen de la humanidad y el año 2003. Y se estima que el volumen de datos producidos se duplica cada dos años. En 2013 se intercambiaron en todo el mundo unos 180.000 millones de correos electrónicos diarios. A propósito del fenómeno denominado Big Data, se habla del “maremoto de información”, de “diluvio de datos”. Lo inmaterial, curiosamente, ha producido una nueva forma de hipertrofia: la “infobesidad”. (Lipovetsky. 2016, 140)
La globalización ha dotado de una nueva fuerza a las agencias de noticias. El argumento de autoridad juega en contra del periodismo independiente. Pareciera ser que los grandes medios de información apostarán por la tecnologización del tratamiento de datos, mientras los medios pequeños tendrán de su lado la vieja noción artesanal de la creación y reflexión noticiosa.
Lo problemático radica no en la técnica en sí misma, sino en el poner a la técnica al servicio de lo económico, del capital. Pareciera ser que regresamos a la discusión lanzada por Benjamin (1966) y tendremos que preguntarnos ¿Para quién escribe usted? El escritor, desde Benjamin, tiene solamente una exigencia, preguntarse por su posición en el proceso de producción.

Con esta sencilla pregunta el periodista puede oponerse a la Cultura de Medios Revueltos, a ese periodismo de la interpretación opinativa, que cada vez gana más espacios. Es importantísimo recordar que, las personas que recaban información no son como los empleados de cualquier otra empresa. Tienen una obligación social que a veces puede anteponerse a los intereses inmediatos de sus patronos. […] Ese compromiso con los ciudadanos es el meollo de lo que hemos dado en llamar la independencia del periodismo. (Kovach y Rosentiel. 2003, 73)
Recordemos las palabras de Kapuscinski: el deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. Verdad y lealtad a los ciudadanos son sólo los dos primeros pasos para que el periodismo pueda funcionar. (Kovach y Rosentiel. 2003, 96)
Bibliografía
- Benjamin, Walter (1966) El autor como productor. Reimpresión en Editorial Itaca (2004) Ciudad de México, México.
- Kovach, Bill y Tom Rosentiel (2003) Los elementos del periodismo. Ediciones El País. Madrid, España.
- Lipovetsky, Gilles. (2016). De la ligereza. Anagrama. Ciudad de México. México.
- Rosanvallon, P. (2007) La contrademocracia. La política en la era de la desconfianza. Buenos Aires, Argentina. Manantial.
- Trejo Delarbre, Raúl. (2015) Medios, poder y política. Pp. 1-24 Disponible en https://rtrejo.wordpress.com/medios/ Consultado el 27/06/2019