La mayor parte de la gente confunde la educación con instrucción.
Severo Catalina
Por Óscar Cuevas
La educación debería funcionar a la inversa de la sociedad. Es decir, como una narrativa meramente creativa. Una punta de lanza, un terreno fértil, donde la utopía sea el espacio natural, casi obligatorio, de la política educativa. En México, sin embargo, ha ocurrido exactamente lo opuesto. Desde sus orígenes, el sistema educativo mexicano ha estado ligado al poder.
Los planes educativos en los niveles básicos e intermedios se encuentran envueltos en una atmósfera cuasi-sagrada, en donde la historia oficialista modela y perpetúa la ciega obediencia a los grandes próceres de la nación. Los discursos de los héroes monumentales y las políticas asistencialistas perfectas están desperdigadas a lo largo y ancho de la república.
La historia de bronce sigue permeando el imaginario colectivo de miles de estudiantes, en donde la valoración de lo bueno y de lo malo no conoce matices; en donde los hechos históricos son narrados por los vencedores, en donde nuestras tradiciones son nombradas de pasada, en donde materias trascendentales para la intelección del alumnado como la Lógica, la Filosofía o el Civismo son materias arrojadas de los programas educativos para dar paso a talleres instruccionales.
La educación técnica está tratando de implantarse en nuestras instituciones. Y es por ello que los estudiantes de la nación salen a las calles. Por algunos son tachados de huevones, de fósiles, de ser un grupo de porros, de estar ligados con partidos políticos. Pero su protesta, sin darse cuenta, va más allá, y se inserta en el cuestionamiento más importante: ¿Para qué debe servir la educación? ¿Cuál debe ser su objetivo?
Debo aclarar, primero que nada, que no soy pedagogo. Pero como ciudadano primero, y como ex estudiante después, creo que tengo el derecho y la obligación de realizar elucubraciones al respecto. Comenzaré diciendo que concuerdo con Freire, y creo fervientemente que la educación debe estar ligada a su contexto.
En este sentido, pruebas como ENLACE, deben rehacerse para buscar medir qué tan adecuada es la educación que los alumnos reciben para poder transformar e influir en las problemáticas de sus localidades. Más aún, los programas de estudio deben ser revisados para buscar su adecuación a determinados contextos. Esto, naturalmente en los niveles de educación media superior y superior; pues la educación básica y secundaria deben poseer un continum común a nivel nacional, que permitan a los futuros ciudadanos el compartir una historia común, básica para la formación de una civilidad y tranquila convivencia.
Por otro lado, el sindicalismo educativo ha demostrado con creces no servir a los maestros ni a los alumnos, sino a grupos de aviadores que gozan de privilegios ganados a madrazos. Ante la incapacidad del grueso de la población por pagar una educación, las plazas en las preparatorias y universidades públicas se han convertido en el santo grial del siglo XXI.
Por si fuera poco, los alumnos, al llegar a mi querida Ciudad Universitaria, se topan con una realidad brutal, en donde el narco amenaza impunemente a nuestros estudiantes. ¿Por qué no reaccionan nuestras autoridades en la materia? ¿Por qué seguimos dándole en la madre a generaciones completas de mentes creativas? ¿Para qué prepararles para un mercado laboral que no valora sus talentos ni aptitudes?
La educación en México ha dejado de lado lo más importante que debe de enseñarse en las aulas: la solidaridad creativa, la filosofía de la liberación, las narrativas anti-sistema. Nuestra educación debe retomar nuestras raíces, pensar nuestras realidades económicas y elucubrar cómo carajos vamos a salir del abismo en el que nos encontramos; en donde la tortura y los asesinatos son cosa de todos los días.
La educación y el amor al saber son las únicas armas realmente poderosas contra los fenómenos como el narco. La guerra se termina cuando las partes acuerdan, hablan, disertan. Es urgente que comencemos a desaprender lo que aprendimos en las escuelas, para reencontrarnos con una realidad y con viejos conceptos que nos hacen tanta alta: la ética, la concordia, la solidaridad, el sentido de comunidad, etc.
@CuevasO33