Por Jorge García
En el marco de la crisis financiera y económica global del año 2008 se impuso la dictadura del mercado, donde los círculos financieros de elite, de manera irracional y sin ningún freno obligaron a la expansión económica de la mano del endeudamiento -ya sea apancalamiento público o privado- junto con la especulación rampante en el sector inmobiliario de bienes raíces (con créditos hipotecarios impagables), y al final las burbujas especulativas reventaron con sus graves efectos y consecuencias negativas.
Un ejemplo de esta afectación fue el caso del FOBAPROA (hoy en día convertido en IPAB): un enorme despojo para la nación, en donde deudas privadas -causadas por la codicia de banqueros irresponsables- se convirtieron (con la aprobación de los dos partidos de derecha en el Congreso de la Unión) en una enorme deuda pública para la nación, una deuda que seguimos pagando los ciudadanos en la actualidad y la seguiremos pagando durante varias generaciones más.
Por lo cual, si partimos desde lo global a lo nacional, podemos ver que las políticas contractivas y recesivas ya no se pueden sostener. Han fracasado y generado –como en casi todo el orbe- un grave costo social y económico al país: falta de crecimiento económico, tendencias deflacionarias, subdesarrollo imperante, pésima distribución del ingreso, inequidad, mayor pobreza, mayor desigualdad, muy bajos salarios y alto desempleo en el sector formal de la economía, falta de oportunidades educativas, en salud, alimentarias y laborales, mayor exclusión, marginación, migración y corrupción, un tejido social roto que genera una mayor inseguridad, violencia e intranquilidad social y económica.
Por lo que este cambio (económico, político, social y cultural) verdadero puede y debe llegar. Algunas de las más importantes líneas en el viraje del actual modelo económico neoliberal están bastante establecidas y aquí rescatamos algunas de ellas:
1. Se hace imperiosa la necesidad de reactivar y fortalecer al mercado interno en nuestro país. Lo cual se puede empezar a lograr con una fuerte inversión productiva (pública y privada) en áreas y actividades productivas de la economía interna: con la inversión para la construcción y el desarrollo de la infraestructura nacional (creación de empleos), con proyectos de inversión productivos y sociales de largo aliento, retomando los apoyos y el financiamiento en la industria manufacturera nacional, con créditos productivos y de fomento a estos mismos y a las PYMES.
2. Buscar la soberanía y autosuficiencia alimentaria en un nuevo curso de desarrollo agropecuario y comunitario, con fomentos al desarrollo agrícola y asistencia técnica especializada.
3. Permitir, con el aliento a una competencia sana y el apoyo a la innovación, que los innovadores entren al mercado y desarrollen sus capacidades creativas y al hacerlo mejoren la competencia y bajen los precios en los bienes, servicios y productos ofertados a la población, liberando su poder de compra e ingresos disponibles
4. Fiscalizando adecuada y rigurosamente el gasto e inversión productiva y con un seguimiento y evaluación constante a los proyectos y programas de inversión productivos y de desarrollo en el mediano y largo plazo
5. Fortaleciendo -desde el sector público- áreas estratégicas para el desarrollo de la economía nacional (limpiándolas de corrupción), en específico fortaleciendo el sector energético: reintegrando las cadenas de valor, cuidando el medio ambiente y preservando los ecosistemas naturales.
6. Anteponiendo el interés del bien público por sobre el interés del bien privado: conjuntando la voluntad individual con la cooperación colectiva y equitativa, complementando las libertades individuales con la igualdad social en una nueva perspectiva del desarrollo.
7. Alentando valores humanos y culturales, principios éticos y comunitarios: hacia un desarrollo humano integral.
8. Una democracia verdaderamente participativa de la ciudadanía en los asuntos públicos de la nación, en la cual se ataque de fondo la presencia que obstaculiza el progreso y el desempeño económico del país; además del combate a los poderes facticos (económicos, políticos y mediáticos) que se encuentran incrustados en partes vitales de la cultura y del funcionamiento del Estado (gobierno e instituciones) y de la sociedad, para poder impulsar un crecimiento sostenido y un nuevo desarrollo económico y social sustentable en nuestro país.
9. Y todo esto, con una gramática y movilización común de la emancipación (Tony Judt Dixit).
De igual forma, no basta solamente combinar políticas fiscales (con tipos impositivos progresivos) y monetarias contracíclicas, como hicieron el grueso de los países para salir de la crisis (de su etapa más severa) reciente. Se requieren reformas audaces que vayan más allá: “es indispensable renovar instituciones y enfoques (en esencia romper con los paradigmas económicos que han guiado a la economía en las últimas décadas) hasta recuperar la autonomía financiera” http://archivo.eluniversal.com.mx/editoriales/46804.html
Ante ello, es básico contar con una política exterior que renegocie la duda externa y la reestructure de una forma mucho más justa para beneficio de las finanzas públicas nacionales, en un nuevo marco de cooperación y coordinación en el concierto global, para buscar -ante ello- el desarrollo nacional, superando la total dependencia económica, financiera y comercial del exterior (sobre todo con los E.U.).
También es válido rumbo al objetivo macro, el fiscalizar adecuada y rigurosamente el gasto público (un gasto que debería ser de calidad) e inversión productiva (pública y privada), dándole para esto autonomía a la ASF y no dejando que quede impune ningún funcionario público (no solo en los niveles más bajos de la estructura administrativa) que desvié recursos públicos, ni que realice algún negocio particular en los contratos de colaboración con los privados (transparencia en las licitaciones y en el manejo de los recursos y fondos públicos) en fideicomisos y proyectos de infraestructura y sociales, y con un seguimiento y evaluación (de procesos y resultados: ex –ante, ex –post y de impacto) constante a los proyectos y programas de inversión productivos y de desarrollo (económicos y sociales) en el mediano y largo plazo.
Hay que aclarar que los empleos que se deberían buscar, son empleos bien remunerados, con prestaciones en seguridad social y que sean estables, es vital ante esto estimular la productividad junto con la demanda agregada, con la elevación paulatina pero sostenida de los salarios, fijando un piso básico hasta llegar a un nivel de vida digno y productivo de los ciudadanos.
Esto último es muy importante, ya que no pude haber crecimiento económico sin equidad, ni inclusión social, dándole movilidad social a la población mayoritaria, incluyéndolos mucho más equitativa y productivamente con políticas de desarrollo, con una adecuada planeación en el mediano y largo plazo, fijando objetivos para mejorar su calidad de vida en aspectos y variables básicas medibles: desarrollo humano, esperanza de vida, y finalmente para evaluar los resultados podemos ver la medición multidimensional de la pobreza.
Hoy en día, alentar el desarrollo humano e integral y la dignidad humana: con una educación de calidad, promoviendo y enseñando valores y principios sólidos, con una ética solidaria con los que menos tienen y también con empleos duraderos y bien pagados, es misión vital de cualquier Estado.
Por lo que es evidente que no hay crecimiento económico que sea suficiente para el beneficio real de la población, si no es un crecimiento económico sostenido que vaya acompañado de una redistribución mucho más equitativa y productiva del ingreso nacional y ante esta de un nuevo curso de desarrollo económico y social sustentable. Inaplazable ya, el cambio de régimen vía democrática.
@jorgegarciag26.