Por Óscar Cuevas
Cambio la foto de mi perfil. Expongo a uno de los tantos cadáveres del gobierno neoliberal mexicano. Inmediatamente viene a mi cabeza una idea que me molesta. Como una especie de llaga que se encuentra en ese lugar que no logras alcanzar. ¿Estoy contribuyendo a la banalización de la violencia? Con un simple clic descontextualizo el problema. Lo expongo sin racionalizarlo. Otros verán la foto y me pedirán que la cambie por mi disfraz del día de los muertos. O tal vez por aquella en la que todavía estabas tú, en mi departamento. Comiendo un domingo cualquiera.
Porque, a lo mejor, nos estemos acostumbrando a no querer ver lo que sucede. Es imposible no escribir, hablar, leer, llorar o encabronarse con todo lo que está pasando en nuestra tierra. Y no es solamente por los desaparecidos, sino por más de un sexenio de abusos, violencia, despojos, mentiras. Es imprescindible solidarizarse. Luchar. Alzar la voz. Porque un día ya no va a quedar nadie que diga nada, como se dice que escribió Bretch.
A la violencia hay que decirla, observarla, comprenderla, suavizarla. Hay que entender de una vez por todas que los hombres no somos hechos a semejanza de dios. Tal vez sí seamos los lobos del hombre. Posiblemente la violencia sea una manifestación de nuestro carácter, y como tal, es imperativo encontrar los matices necesarios para su aplicación en beneficio de la sociedad.
Como, por ejemplo, sucede en el arte. En donde mediante la violencia hecha sobre el objeto se traspasa y se le hace convertirse en un arte-objeto. Que dice algo que va más allá de su función. O en la ciencia, cuando no se aceptan las preconcepciones y se ejerce una violencia sobre el método, creando otro que responde mejor a los “nuevos” cuestionamientos del científico.
Hay que reconocer entonces que el acto violento es inevitable. Pero es imprescindible tomar en cuenta que, como cualquier otro acto del ser humano, puede reconvertirse para utilizarlo en beneficio. Hacer de la violencia un acto creativo es lo que demandan los nuevos tiempos, trágicamente destructivos.
Me interesa aclarar que no soy partidario de la violencia entendida en un sentido vulgar. Se está hablando en este texto de la violencia sobre el objeto: la trascendencia del objeto del que se habla para re-configurarlo, re-inventarlo, re-usarlo. La violencia como una narrativa para lograr una semiosis nueva entre el sujeto y el objeto. La violencia convertida en una fuerza reflexiva que desemboque en la creatividad del objeto al cual se transforma.
Esto, podrán decirme, ya sucede. Y es verdad, pero no como un paradigma lógico que se expande en toda la sociedad sino como sintagmas aislados que escapan a lo cotidiano. La normalización de la creatividad es una tarea que la sociedad mexicana nunca se ha preocupado por cumplir. Ya sea en el terreno político, educativo, socioeconómico e incluso patriótico. La sociedad mexicana se ha pre-ocupado de mantener los mismos mecanismos de pensar el mundo. Y no solamente eso sino de no re-inventarse a partir de la reflexión de su realidad.
Por ejemplo, al analizar las políticas públicas que los gobiernos han estado implementando en diversas partes de la república podemos ver que dichos instrumentos han sido copiados de otros países, sin tener en cuenta si quiera la problemática que buscan responder.
Otro ejemplo lo encontramos en el terreno de las ideas. En donde se conocen a los grandes pensadores universales pero se deja de lado a las lúcidas mentes mexicanas que han tratado de repensar nuestra realidad. Otro olvido común son nuestros pueblos originarios, de quienes no conocemos ni su historia, ni su política, ni sus filosofías, ni sus leyes.
Es imprescindible buscar nuevas categorías de pensamiento que permitan responder a nuestras problemáticas actuales. México vive momentos históricos que no podemos dejar ir sin hacerlos nuestros. Respiramos la historia. Re-configurémosla mediante una revolución de las conciencias. Las viejas instituciones muestran su incapacidad para dar respuesta a las problemáticas sociales. Es tiempo de hacer nuestras las instituciones, los mecanismos, los medios para actuar. Desquebrajar lo pasado, configurar el presente y dejar de pensar en un futuro que nunca viene. Hoy, México, hay que despertar y mandar al carajo nuestro servilismo histórico. Porque es tiempo. Porque es justo. Porque México no está más en el laberinto de la soledad ni es la región más transparente del aire.
@CuevasO33