Pendientes en las políticas de salud ante la pandemia.

Por Susana Silva C.

La semana pasada, presenciamos una de las noticias más trascendentes sobre salud mental en voz de una de las atletas más importantes del mundo. Simone Biles declaraba que daría una pausa a su participación en los juegos olímpicos para centrarse en el cuidado de su salud mental.

El tema viene a colación porque estamos ante una pandemia mundial desde hace más de un año en que todos hemos visto afectados nuestras dinámicas cotidianas, nuestra economía y nuestra salud en todos sus aspectos. Biles puso sobre la mesa un tema importante y trascendente en nuestra sociedad: la atención a la salud mental.

Además de la infodemia[1] que ha expuesto los estragos de la propagación la COVID-19, hay una cuestión que en nuestro país ha pasado desapercibida, la atención integral a la salud debido a la pandemia, esto incluyendo también la salud mental y sus afectaciones para quienes hemos padecido el contagio y para quienes se han visto afectados por la adversidad de este contexto.

Definida en la página del IMSS como “el estado de equilibrio que debe existir entre las personas y el entorno socio-cultural que los rodea, incluye el bienestar emocional, psíquico y social e influye en cómo piensa, siente, actúa y reacciona una persona ante momentos de estrés. La salud mental es la base para el bienestar y funcionamiento efectivo de una persona y su comunidad” (IMSS, S/f).

Tiempo antes de que el Sars-Cov-2 se integrara a nuestra vida diaria; en 2002, se estimaba que alrededor de 15 millones de mexicanos padecían algún tipo de enfermedad mental y estudios de la OMS preveían en diversos estudios que en 2020 la depresión sería la segunda causa de discapacidad a nivel mundial; por ello en 2013 se abogó por una respuesta integral y coordinada de los países al problema de los trastornos mentales.

Tomado del canal DW Español

Las personas con enfermedades mentales, aquellos que han padecido la COVID-19 con sintomatología más grave, las familias de fallecidos por este virus y los trabajadores sanitarios que están en primera línea son los grupos con mayor riesgo de padecer depresión y otras enfermedades mentales; estos trastornos podrían aumentar hasta un 20% en los próximos meses y años a causa de la pandemia y de las crisis social y económica, expone la Sociedad Española de Psiquiatría.

Durante 2020, en Jalisco, el Instituto Jalisciense de Salud Mental reportó que de abril a septiembre se incrementó en 400% las llamadas a las líneas de intervención en crisis antes de la pandemia de COVID-19, por su parte el IMSS informó que en ese mismo año recibió 1,379 solicitudes de atención e información sobre salud mental de derechohabientes y personal del sector salud, del 25 de mayo al 11 de junio. Los principales motivos: ansiedad, trastornos del sueño, miedo, estrés, irritabilidad, tristeza, depresión, ideas suicidas y adicciones.

En México, el presupuesto público federal aprobado para la función Salud fue de 653 mil 443.15 millones de pesos (MMDP) para 2020, equivalente al 2.49% del PIB; en 2021 fue de 496 mil 912 millones de pesos, cifra que significó una disminución respecto de enero de 2020. Históricamente, del total del presupuesto asignado a este ramo, sólo el 2% del gasto total en salud y de este porcentaje el 80% se utiliza para los gastos de los hospitales psiquiátricos; por lo tanto, sólo el 20% permite financiar otros servicios de salud mental; el Dr. Alejandro Klein, profesor investigador de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guanajuato considera que esta asignación del presupuesto “reduce la capacidad de acciones de salud mental comunitaria y se encamina a una hospitalización y psiquiatrización como respuesta frente al mismo[…] La salud mental es un fenómeno complejo determinado por múltiples factores de índole social, ambiental, biológica y psicológica, en tanto se problematiza es crucial la reacción del Estado ante la misma y al no recibir la debida atención, agudiza irremediablemente los procesos de pobreza y pauperización, pues la misma pasa a ser considerada un problema privado y de índole individual” pero con efectos sociales trascendentes.

Infografía: Lidiar con el estrés durante el brote de 2019-nCoV, Organización Panamericana de la Salud, Abril de 2020.

¿Qué políticas en materia de salud mental deberían implementarse ante una situación extraordinaria como la que nos encontramos cuando la evidencia demuestra un abandono al sector en general? Las respuestas no las tenemos, pero un buen inicio sería poner en la agenda el tema y buscar mecanismos que permitan en primera instancia la visibilidad del tema y su importancia e incluirlo en la atención integral de la salud en las políticas de salud pública.

Otro tema pendiente es el seguimiento a la recuperación de pacientes post-covid; países como España, Inglaterra y Estados Unidos han implementado en su política de salud el monitoreo en clínicas post-COVID a pacientes con el alta médica. José Luis Alomía Zegarra, titular de la Dirección General de Epidemiología, declaró en diciembre de 2020 que en la Secretaría de Salud no se cuenta con un plan integral de atención; la justificación fue: “el rezago histórico que el Sistema Nacional de Salud ha tenido, específicamente este que tiene que ver con el tema de la rehabilitación, y no solamente en el marco de COVID-19, sino de todas las enfermedades que en su momento producen secuelas, complicaciones o dejan cicatrices en diferentes lugares, requieren de una atención que actualmente no tiene la mejor de las coberturas”.

En nuestro país se intenta reactivar la economía ante el desastroso caos en que nos ubicó la pandemia y buscar alternativas para mejorar la calidad de vida; en tanto que el Estado deberá poner atención en temas sustanciales pendientes que también impactan en la búsqueda y proceso a la nueva normalidad.

Fuentes consultadas:


[1] Proviene del inglés infodemic, que se refiere a una sobreabundancia de información (alguna rigurosa y otra no) que hace que para las personas sea difícil encontrar recursos fidedignos y una guía de confianza cuando la necesitan.

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