Por Óscar Cuevas
La presente videoconferencia pretende abordar cuáles serán las consecuencias políticas del COVID-19 partiendo de dos enfoques fundamentales. El primero, desde la apuesta teórica de Pierre Rosanvallon llamada contrademocracia. La segunda, desde el papel de los medios de información y la comunicación gubernamental en la creación de la gobernanza comunicativa. Se abordará de manera breve por cuestiones de espacio: la importancia de la comunicación gubernamental y de crisis, el rol de las redes sociales en las campañas políticas de 2021, la posible afectación de los eventos masivos en las campañas de tierra, el voto de castigo como resultado de la toma de decisiones para tratar la pandemia y el voto electrónico.
Sin duda, estamos enfrentando momentos complicados para los diversos sectores sociales. Hoy, nos enfocaremos al manejo de crisis como una herramienta estratégica para comunicar adecuadamente dentro de una pandemia como la que vivimos.
Debemos tomar en cuenta que, en tiempos posmodernos como los que vivimos, no podemos pensar a la ciudadanía como se hacía antes de 1988. La cultura política en México ha tenido avances fundamentales: el primer debate televisado, alternancias en diversos cargos públicos, avances en materia de transparencia y rendición de cuentas, el voto electrónico, etc.
Pero la democracia, no solamente constituye el ámbito institucional. La democracia, para consolidarse, necesita la creación de una ciudadanía crítica, exigente, que juzgue el actuar de los actores políticos y funcionarios públicos con base en los resultados que éstos entregan. En este sentido, me gustaría recurrir a la noción teórica propuesta por Pierre Rosanvallon: la contrademocracia.
Si bien el nombre puede parecer un tanto peligroso, la contrademocracia no es la negación de las instituciones o procedimientos democráticos. Al contrario, es la constitución de espacios de vigilancia dentro de la sociedad. Es la democracia de la desconfianza expresada por la organización social. En este sentido, la contrademocracia es constituida por tres modalidades principales: la vigilancia, la denuncia y la calificación.
Gracias a estas tres modalidades de la contrademocracia, la democracia electoral no es el culmen de la vida democrática de una nación, si bien es uno de los momentos más visibles de las mismas y en donde la ciudadanía participa del ritual para ejercer su derecho al voto; no es, ni por un momento, el término del ejercicio democrático.
Debido a la construcción de una cultura de la vigilancia por medio de estas tres modalidades contrademocráticas, aparecen dos valores fundamentales en las democracias actuales: la confianza y la reputación. La confianza, funciona como un economizador institucional, pues ahorra una serie de mecanismos de verificación y prueba; mientras que la reputación funciona como un legitimador institucional, que se encuentra en constante revisión por parte de la ciudadanía desconfiada.
En este sentido, la contrademocracia funciona como un contrapeso a la democracia electoral institucionalizada y reflejada en la función pública. Así la ciudadanía juez, la ciudadanía veto; tiene una característica fundamental que la distingue de otras asociaciones políticas: no busca detentar el poder sino acotarlo, vigilarlo, criticarlo.
Así, podemos afirmar que la pasividad de la ciudadanía es un mito; el problema contemporáneo no es el de la pasividad, sino el de la impolítica, es decir, la falta de aprehensión global de los problemas ligados a la organización de un mundo común. Si bien es cierto que los ciudadanos pueden no participar dentro de los partidos políticos, el involucramiento en lo político se da desde frentes distintos. Uno de los cambios fundamentales es que el ciudadano no se asocia a un partido político ni se identifica con todas las propuestas. Actualmente, la ciudadanía busca incidir en el plano político desde lo social en temas específicos: diversidad, migración, etc.
Es probable que una ciudadana tenga ideas económicas de derecha, pero sea proclive a pensar en el piso parejo como condición fundamental para el desarrollo de la democracia. Así, la participación política se ha vuelto mucho más compleja de cómo la entiende la democracia meramente electoral. Mezcla en efecto tres dimensiones de la interacción: la expresión, la implicación y la interacción.
La democracia de expresión corresponde a la toma de palabra de la sociedad, a la manifestación de un sentimiento colectivo, a la formulación de juicios sobre los gobernantes y sus acciones, o también a la expresión de reivindicaciones.
La democracia de implicación engloba el conjunto de los medios por los cuales los ciudadanos se ponen de acuerdo y se vinculan entre ellos para producir un mundo común. Y la democracia de intervención se constituye con todas las formas de acción colectiva para obtener un resultado deseado.
Así, estos momentos han logrado conformar una cultura de la denuncia y de la vigilancia que encuentran ecos de diferentes maneras organizativas, como los think-tanks, las asociaciones civiles, los colectivos, las asociaciones políticas no electorales, las redes sociales y los medios de comunicación. Estas nuevas maneras de organización social son naturalmente opositores y críticos del actuar político.

Recordemos que, en una democracia, la libertad de expresión, de asociación y de consumo de información, aplican, no solamente para los ciudadanos de un país, sino para todas las personas del mundo, independientemente de las legalidades nacionales, esto es lo que llamamos el principio pro-persona.
Por ello, y gracias a la propagación de una cultura de la denuncia y de la contrastación de los hechos, es que el periodismo de investigación y el periodismo científico se han vuelto tan importantes actualmente. Al grado, de dar forma al periodismo independiente, y de ejercicios periodísticos tan valiosos como el de Pie de página o la Fundación de Periodismo Gabriel García Márquez. Estos esfuerzos, unidos a la transición democrática que hemos tenido en México, han dado como resultado reflexiones interesantes en cuanto al papel del periodista frente al poder.

Una de las principales funciones del periodismo es justamente vigilar que el poder se ejerza de manera benéfica y equitativa. Si en situaciones de antigua normalidad, esta función es fundamental, en escenarios como el que vivimos es importantísima. Como decía Madame Roland, el gobierno representativo se convierte pronto en el más corrupto de los gobiernos si el pueblo deja de inspeccionar a sus representantes”.
Si esto sucede en situaciones normales, imagínense lo que puede pasar cuando la economía va mal, se dispara el desempleo, se modifican las relaciones de poder y, además, existe una pandemia de la magnitud que ha provocado el coronavirus. ¿Cómo mantener esa confianza en la ciudadanía ante la constante desconfianza, vigilancia y enjuiciamiento? ¿Cómo crear una reputación basada en las acciones asertivas y los buenos resultados? ¿Cómo ser eficaces en medio de un ecosistema mediático lleno de ruido e infodemia?
En primer lugar, el poder público, los políticos, los funcionarios; deben de comprender la naturaleza de los medios de información y comunicar de manera eficiente las acciones que se estén llevando a cabo para resolver el problema.
Ya hemos hablado de la importancia de la estrategia cuando se comunica en tiempos de crisis y de la trascendencia que ha ido adquiriendo en nuestras democracias el papel vigilante, tanto de los medios de comunicación en particular; como de la ciudadanía en general. Como resultado de este carácter de pueblo juez del que hablábamos en un inicio, pueden existir golpes fuertes, tanto en la confianza, como en la reputación de los funcionarios públicos a raíz de esta pandemia.

Volviendo al punto, la ciudadanía es completamente capaz de identificar las disonancias comunicativas. Daré dos ejemplos, un gobernador afirmó que la pandemia no les daba a los pobres, como una manera de justificar su inacción; mientras otros, incluso antes de que el Gobierno Federal diera a conocer los lineamientos a seguir durante la crisis, comenzaron a implementar acciones asertivas y planes estratégicos.
El resultado de ello es visible en el incremento o decremento de la aprobación. En general, la comunicación adecuada durante la pandemia ayudó a subir la aprobación de los gobernadores. Entre marzo y abril, 25 mandatarios estatales aumentaron su popularidad, reveló la encuesta Gobernadores y Gobernadoras de México, de Consulta Mitofsky para El Economista. Quienes mejor aprovecharon esta situación fueron los mandatarios de Jalisco, Estado de México, Guerrero, Nuevo León y Tamaulipas; quienes subieron entre 16.6 y 5.7 puntos porcentuales. En la situación contraria se encontraron CDMX, HGO y VER quienes bajaron su nivel de aprobación debido a que sus gobernados afirmaban que no habían sabido controlar al coronavirus.
Otro de los efectos que la pandemia puede tener en el terreno político es el cambio de gobierno en las entidades en donde la ciudadanía percibe que no se supo manejar adecuadamente esta crisis. El voto de castigo podría incrementarse en las próximas elecciones. Antes del voto, me gustaría hablar sobre las características de las campañas que podríamos ver en 2021.
A partir de la Nueva Normalidad, las campañas de tierra y los grandes eventos podrían ceder su lugar a intervenciones digitales vis a vis o videoconferencias; que podrían bajar los costos de las campañas políticas.
Otro fenómeno que podría darse, gracias a las medidas sanitarias en 2021, es el incremento del voto electrónico. Si bien se han llevado a cabo ya ejercicios previos, podríamos ver en 2021 una implementación a nivel nacional del mismo. Esto conlleva importantes retos, como el comenzar a pensar una regulación mucho más estricta en redes sociales, para evitar el robo de datos y la invasión a la privacidad de la ciudadanía.
Aunado a esto, podríamos ver una modificación al modelo de comunicación política actual, que podría girar hacia los medios de información de cualquier índole y dejar de lado las grandes aglomeraciones de simpatizantes.
Sin duda, un tema fundamental en 2021 será el desempeño gubernamental durante el COVID-19, que esperamos, sea ya un recuerdo incómodo para todos. Los planes para reactivar las economías locales serán otro de los temas importantes en las próximas elecciones; además de la apuesta por tecnologías innovadoras que sean amigables con el medio ambiente. Las elecciones de 2021 serán las que traten con más fuerza los temas verdes, el manejo del gobierno en tiempos de crisis y la capacidad de prospectiva de estos. Hasta aquí llegaría mi intervención.
Revisa el resto de la conferencia aquí: Videoconferencia
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