Verborrea política

Por Óscar Cuevas

El paquete de reformas creadas por el gobierno federal ha causado gran polémica entre los diversos sectores de la población. Las reformas energética y de telecomunicaciones han acaparado la atención en los medios masivos de comunicación, quienes se han encargado de lanzar un discurso burdo, borroso, lleno de huecos y carentes de información.

Es cierto que varios canales comunicativos se han dado a la tarea de hacer un recuento y un seguimiento de cada una de las leyes pero también lo es que lo han manchado y teledirigido. Cada medio ha plasmado en sus páginas su visión de los hechos. Nos enfrentamos  como lectores a una opinión pública manipulada, como diría Habermas.

Una visión carente de crítica, de contenido, de sustancia. Los medios masivos de comunicación mexicanos no invitan al lector a realizar una síntesis dialógica de los contenidos. Otorgan, por el contrario, una opinión ya formada, hecha, pre-dispuesta. Si echamos un ojo a los diarios de derecha nos encontraremos con cada una de las bondades de las pasadas reformas; pero si volteamos la mirada a los periódicos de izquierda encontraremos todas las falencias de las mismas.

Es decir, todo es blanco o negro, no hay medias tintas. Y es éste justo el problema de la argumentación política en México. Que no hay discusión, la noción Hegeliana de síntesis es inexistente en las peroratas políticas de nuestros legisladores, quienes están más preocupados en seguir enriqueciendo sus bolsillos que en ayudar a los ciudadanos a la consecución de una sociedad más justa.

Los múltiples debates que se desarrollan en las Cámaras carecen de contraparte. Comúnmente se invita a especialistas con la misma visión de los hechos. Los foros realizados por los diversos partidos políticos son sin duda necesarios y pertinentísimos, sobre todo cuando se tratan temas tan importantes como la reforma energética o la reforma en telecomunicaciones, en donde el papel de los especialistas resulta fundamental para que el ciudadano logre entender de mejor manera cómo es que dichas modificaciones le afectarán; pero no sirven de nada si los especialistas son una especie de “copy-paste” de las ideologías partidistas.

Otro de los factores que tenemos que considerar es  la incapacidad de los analistas de revisar todo el panorama de lo que sucederá con cada una de las repercusiones de los reglamentos aprobados por cada una de las Cámaras.  Ya que, por un lado contamos con la opacidad que se le otorga a las leyes y la poca publicidad que se hacen de los cambios que tienen las mismas; y por otro, las triquiñuelas y tejemanejes de los partidos de derecha, quienes extienden sus colmillos ante la inexperiencia y falta de conocimiento legal de algunos sectores de la población.

Por si fuera poco, debemos agregar a la ecuación el poco o nulo interés que demuestran los ciudadanos, quienes muy a pesar del esfuerzo que ha hecho el gobierno (por lo menos a nivel discursivo) de fomentar la transparencia en el acceso a la información, siguen sin estar enterados de lo que está sucediendo en nuestro país.

Y es que no basta solamente decir que la información es accesible para todos, hace falta hacerla entendible para los ciudadanos. Podría haber quien arguyese que la información está al alcance de un clic para los ciudadanos, pero yo preguntaría ¿El lenguaje utilizado en las diversas plataformas de las instituciones gubernamentales está al alcance interpretativo de los ciudadanos? ¿Puede un “ciudadano de a pie” comprender a cabalidad lo que le dicen los deciles, cuartiles y otras medidas estadísticas, como la media y la moda?

De no ser así, ¿cuáles serían los mecanismos, además de la traducción de los tecnicismos a un lenguaje más entendible, que se deberían utilizar para facilitar la comunicación entre los ciudadanos y los distintos niveles del gobierno? ¿Cómo homologar el lenguaje técnico de la administración pública sin causar multisemias ni malentendidos?

¿Cómo configurar un lenguaje artificial sin afectar los sentidos y significados de las palabras que lo forman? ¿Cómo trazar un puente entre el lenguaje técnico- especializado y el lenguaje utilizado por la mayor parte de los ciudadanos? ¿Cómo comprobar los egresos de la federación de una manera sencilla, que permita a los ciudadanos hacer las averiguaciones pertinentes para saber en qué carajos se gastan nuestros impuestos?

Primero que nada sería necesario terminar con la verborrea política que pareciera haber aprehendido el discurso cantinflesco expuesto por este tan pintoresco personaje que ha educado a varias generaciones con sus películas caricaturescas, en donde se le enseña al mexicano a pensar que ser pobre y corto de miras está bien, mientras esto sea divertido.

Ahí está el detalle, es imprescindible para la formación de una opinión pública crítica que los ciudadanos aprendan justamente eso, a ser críticos, a analizar las relaciones dialógicas que se construyen entre los diferentes niveles del discurso político y social.

Es imprescindible transformar la educación del mexicano en un instrumento de crítica mordaz, en donde se enseñe a los estudiantes que las utopías, muy al contrario de la raíz de la palabra, se encuentran al alcance de la mano, en cualquier lugar y para cualquier persona. Ya que si hay alguien que puede pensar algo, es porque existe otro individuo que puede llevarlo a cabo.

@CuevasO33

 

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