CHINGO YO, CHINGAS TÚ, CHINGA TU

CHINGO YO, CHINGAS TÚ, CHINGA TU …

 Por: Oscar Salazar

¿Seguimos siendo los chingones y los chingados como decía Paz en su Laberinto?

Escribir sobre cómo los políticos nos chingan a nosotros, aunque, ellos no se despierten pensando en cómo hacerlo, sería demasiado sencillo. Para nadie es un secreto que la clase política y los altos funcionarios procuran llenar sus arcas a costa de cada uno de nosotros, para muestra de ello, basta con abrir cualquier periódico.

Por ejemplo, el Universal, el día 3 de noviembre, publicó una nota sobre la vida de lujo que lleva Ricardo Anaya , con su familia viviendo en el extranjero, sus hijos estudiando en escuelas privadas de Estados Unidos, pero aun y con su familia en México la verdad es que su realidad no es nuestra realidad, ellos forman parte de la élite político – empresarial, mientras nosotros ahorramos el aguinaldo para ir a Acapulco, ellos esquían en Canadá.

Pero el motivo de estas líneas no es la clase política, es la sociedad civil, nosotros, los que procuramos, también, joder al otro, aunque no nos despertemos pensando en ello ¿o sí? Hace unos días tome un taxi del metro Coyoacán a Centro Coyoacán, el taxista sin poner el taxímetro me cobró 40 pesos ¿acaso el taxista está autorizado para cobrar lo que quiera, cuando quiera?

Y qué decir de la tarifa nocturna, la cual es inexistente y el pago por el servicio dependerá del taxista. Peor aún salir de un concierto después de las doce de la noche, cuando ya no hay servicio del metro o de camiones, tomar un taxi puede costar más de 300 pesos. ¿Alguna vez has chocado con algún taxista? Si es así, sabrás que en cuestión de minutos, estarás rodeado por más de 10 unidades sin importar que no haya sido tu culpa.

Otros honestos “trabajadores” son los amedrentadores que se suben a los camiones o al metro pidiendo dinero “mira para mi es bien fácil robarte, pero en el pedir está el dar, prefiero hacer esto antes de golpearte y robarte” ante ese discurso cómo no darle sus cinco pesitos al amedrentador para evitar que los efectos del “activo” lo pongan violento.

Una actividad que a todos nos perturba el día, es acudir a cualquier ventanilla de atención y que la “señorita” te trate como si fueras un estúpido, es evidente que si vas a pedir informes es para que te asesoren, para aprender a realizar el trámite, pero al parecer, las personas que deberían ayudarnos, no tienen el tiempo, ni las ganas de hacerlo.

Qué decir de los franeleros, nadie sabe cómo aparecieron, pero para evitar problemas es mejor darles un tostón y volverte cliente frecuente para que te cuiden el carro, sin embargo, en algunos puntos de la ciudad, como la colonia roma, se han vuelto grupos delictivos que defienden cada metro de su territorio con lujo de violencia.

Viajar en metro en horas pico, siempre será desesperante, pero nada más molesto que los sujetos que parece que en lugar de testículos, tienen dos aguacates y necesitan que sus piernas estén tan abiertas que cubran los dos asientos.

O los profesores en la escuela donde “tienen su propia dictadura” y evalúan a cada alumno como se les pega la gana.

O los trabajadores de la construcción que se llevan el cobre o materiales de la obra para sacar una lanita más por fuera.

O los historiadores que nos han contado verdades a medias.

O la iglesia que condena todo aquello que no sea sumisión ante ella.

O el padre, que por el simple hecho de serlo, cree que puede hacer lo que quiera con sus hijos.

En fin, supongo que, de verdad, nadie se despierta pensando cómo chingar a México.

@ozzsalazar

 

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