Por Charles Gnomosky
Han pasado casi dos meses del inicio de la presente contingencia sanitaria en nuestro país por el COVID-19 derivada de una pandemia global. Más de dos meses de incertidumbre con más dudas que respuestas. Pero después de tantas semanas. ¿Qué nos ha enseñado la contingencia? ¿Qué esperamos después de este confinamiento?
Nos hemos dado cuenta de un sistema de salud precario a punto de colapsar por la mala administración de gestiones pasadas. Decisiones tardías de un gobierno que sigue aprendiendo a gobernar. Una parte de la población continúa ignorando las recomendaciones de la Secretaría de Salud para evitar contagios. Infinidad de información errónea por redes sociales digitales y hasta un posible negocio “muy redituable” del mercado de líquido de rodillas.
Algo importante en esta contingencia es el confinamiento de gran parte de la población. Por supuesto, no todos pueden someterse a estas medidas por cuestiones laborales o por decisión propia, pero los que nos hemos resguardado por buenas o malas razones hay algo presente: la espera, la cual en muchos casos lleva a la ansiedad y desesperación. Pero, ¿Qué tenemos que esperar? Porque todos esperamos algo.
El confinamiento nos enfrenta a nosotros mismos. En soledad o en compañía, siempre esperamos algo. Esperar un mensaje, una carta, una razón. Esperamos que termine todo esto que pase algo, o simplemente nos digan que todo fue un juego o una mala broma. Todavía no sabemos a ciencia cierta cuáles serán los resultados económicos, sociales, políticos y culturales de esta pandemia. El futuro siempre es incierto.
También debemos recordar a todos aquellos que siguen esperando desde hace mucho. Los recluidos en las cárceles o los que tienen un familiar o amigo dentro de ellas. Las personas que siguen esperando a sus seres queridos desaparecidos. Los que esperan esa noticia del trabajo, una llamada de la escuela, del hospital. Tendríamos que ser más empáticos con ellos hoy más que nunca y reconocer la importancia de la espera.
Para ser honesto, no sé qué esperar que acontezca en las siguientes semanas. Lo que si tengo claro es que esa espera nos debe dejar algo bueno. Reconocernos y reconocer al otro en este tiempo de espera.
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