Por Fabián Lara
La opinión pública es un eje central que orienta y construye la reputación de cualquier gobierno. Es el combustible que inicia y alimenta el camino para emprender políticas sociales y económicas.
Un político entiende que antes de cualquier acción propagandística debe conocer los valores, principios e ideologías que definen el perfil de su electorado. De esta manera, en apariencia construye tanto su discurso, como todas sus políticas públicas con el fin de satisfacer las necesidades y los deseos de su público meta. Por lo tanto, es cada vez más común escuchar discursos muy radicales y que generan polarización entre los que “apoyan” y los que “no apoyan” tales discursos.
Un ejemplo claro y cercano a los mexicanos son las políticas migratorias que promueve el gobierno actual de Estados Unidos. Durante todos los años que lleva dicho gobierno, es imposible ignorar las controversias que genera el discurso “anti migrante” que busca identificar y repatriar a todos los migrantes.
Al escuchar un discurso que promueve el estigmatismo, el racismo y el odio a comunidades latinas se creerían que las acciones deben de ir en función con el radicalismo del discurso. No obstante, el Gobierno de Trump ha sido el que menos migrantes ha deportado en comparación con el régimen de Obama.
Es interesante notar que, a pesar de que existe un fuerte activismo por parte de la comunidad latina acerca del discurso discriminatorio y hostil del presidente Trump; él, sin miedo, habla con tal libertad que no hay espacio ni tiempo para la prudencia ni mesura, pues una gran parte de su pueblo coincide y reafirma dicho discurso. Esto es en gran parte la base de su seguridad.
Dicha seguridad, respaldada por su pueblo y su carácter soberbio, lo ha llevado a actuar y amenazar a México, para que éste sea el responsable y el encargado de controlar la inmigración ilegal, a través de las sanciones económicas efectuadas en la imposición de aranceles para las exportaciones, que afectan directamente a la economía nacional.
Esto representa para el gobierno de México un gran dilema, pues el discurso del presidente López es un discurso en el que pretende apoyar a los más desfavorecidos, reintegrar y dignificar a las comunidades indígenas y empoderar a el pueblo con todo el estado al servicio de ellos, esto no solo incluye a los mexicanos sino también a la comunidad latina migrante pues también pueden ser añadidos a todos los que ´él prometió cuidar y velar.
Sin embargo, tampoco se puede ignorar la importancia económica que representa las buenas relaciones con el vecino del norte. Entonces, ante tal dilema ¿Qué hizo el presidente López? Envió al ejército a retener con toda la fuerza y recursos a las oleadas de migrantes ilegales que cruzaban por la frontera sur.
Está claro que un pueblo que votó por un candidato de izquierda con un discurso de pacificación y dignificación, que busca devolver el poder político al pueblo y separar los intereses económicos, sucumbiera ante el poder e influencia de Estados Unidos, ya que éste encabeza y simboliza todo lo que las ideologías izquierdistas rechazan, pues representa el poder económico dirigiendo al Estado.
No obstante, no fue así, el gobierno de México buscó proyectar ante la opinión pública una victimización y una inocencia ante las acciones empleadas para combatir a la inmigración y buscar a toda costa repatriar a los migrantes a cada uno de los países de los cuales provienen.
Es en este momento cuando es importante analizar por qué en vez de recibir a todos los latinos y brindarles oportunidades, con el apoyo de Estados Unidos, México está buscando regresar a cada país de origen a los guatemaltecos, hondureños, venezolanos, entre otros. Tal vez existe algo más profundo que solo la “incapacidad” de ofrecer oportunidades de trabajo y desarrollo.
La cantidad de migrantes radicando en el país es mínima a comparación con Estados Unidos. Según con datos de la ONU en México los migrantes representan el 0.09% de la población, mientras que en el vecino del norte tiene un porcentaje del 14% de migrantes viviendo en su país. Es impresionante notar que, a pesar de que Estados Unidos se caracteriza por ser un pueblo racista, México tiene políticas inmigratorias demasiado rígidas para no expresar a toda claridad un discurso similar.
También, pudiéramos plantear que México es un país ajeno a la problemática migratoria que se vive en nuestros días, pero el hecho es que no. Es en este siglo y el pasado en el que por factores como la violencia y la pobreza miles de migrantes abandonan su hogar en búsqueda de mejores oportunidades para ellos y sus familias y México es uno de dichos destinos, tanto para vivir como un trampolín para llegar a Estados Unidos.
Según datos de la “International Migration Report 2017” viven en México aproximadamente 70.439 migrantes guatemaltecos y hondureños y en Estados Unidos 985.948. Es indiscutible que la diferencia de migrantes habitando cada país es extraordinaria e incomparable. De hecho, podríamos deducir que los centroamericanos no quieren quedarse en México porque su deseo es llegar a Estados Unidos pero lo cierto es que no.
Con base en datos del Instituto Nacional de Migración de México los guatemaltecos tienen un porcentaje muy bajo al obtener un estatus de refugiado. Tan solo el 13% logran obtener una visa temporal. Al parecer México tiene filtros complejos para migrantes pues es “difícil” obtener un permiso para vivir en el país. Sin embargo, la realidad también es distinta, pues la cantidad de estadounidenses, franceses y españoles que radican en el país legalmente supera por mucho a la cantidad de salvadoreños, hondureños y guatemaltecos.
Es fácil entender por qué existen más extranjeros que no hablan español y que no son de este continente viviendo en México que los propios centroamericanos que son nuestros vecinos, esto se debe a ley de inmigración que rige a México.
En su artículo 37 afirma que “la Secretaría de Gobernación puede rechazar la entrada a extranjeros por el simple hecho de no equilibrar la segmentación demográfica.” En pocas palabras, si hay mucho extranjero hispano hablante, con rasgos físicos y culturales similares a los mexicanos, se les puede negar la estancia en el país para que otros, que no son similares vivan aquí y equilibren la diversidad de personas.
Por eso no es difícil ver que hay más europeos y estadounidenses viviendo en México que sudamericanos o centroamericanos. Esto nos indica que México es un país que en su estructura de gobierno es xenofóbico, pero también lo es a nivel de cultura. Pues según una encuesta realizada recientemente por Grupo Expansión el 58% de los mexicanos rechazan la entrada de migrantes.
Por tal motivo podemos entender que una gran mayoría de los mexicanos opinan que negar la entrada a los migrantes y buscar manera de retenerlos en las fronteras son medidas necesarias que el gobierno de México debe tomar. Por tal motivo, Andrés Manuel tiene todas las de ganar si envía al ejercito para detener el flujo de centroamericanos que desean cruzar el rio en Chiapas, pues su popularidad no ha disminuido a pesar de que hay reportes de abuso de la fuerza por parte del ejército.
Pero ¿Qué sucede con los migrantes que ya están cruzando por las carreteras del país? Pues es simple, tienen que caminar miles de kilómetros, sufrir violencia, hambre, exposición a enfermedades y a tratos deshumanizantes para poder llegar y encontrarse con que en la frontera norte también hay cercos de policías y militares que los van a detener y enviar a su país de origen.
Es difícil entender las dificultades por las que viven cada uno de los migrantes para poder tomar cartas en el asunto. A pesar de esto, no es una motivación para el gobierno mexicano realizar cambios, pues es más importante la popularidad del gobernante en turno que la dignidad de cientos de miles de personas que abandonan sus hogares para buscar una mejor vida.
Es increíble saber que al lugar al que van o al lugar por el que tienen que pasar, en este caso México, es un país que no les va a mostrar ni prestar un panorama diferente. Vienen a un país en donde existe una realidad tortuosa, donde se encontrarán con discriminación, abuso, violencia e intranquilidad.
Mientras que no se generen nuevas y más humanitarias políticas que defiendan a todos los migrantes, sin importar color, idioma, país de origen y estado económico; México seguirá siendo un peligro para una comunidad de centro y sudamericanos que cruzan por nuestro territorio.
FUENTES DE CONSULTA
Internacional Migration Report 2017/ United Nations, New York, 2017
CNN,”Los que se van y los que regresan”, Oliver Tapia, 2018
UNHCR, Global Trends FORCED DISPLACEMENT IN, 2017
Expansión Política, Encuesta sobre migración 2018. 2019
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Un comentario en “MÉXICO: UN PELIGRO PARA LOS LATINOS”