Por Charles Gnomosky
No hay peor sensación que sentirse solo en medio de la tormenta y la tragedia. Y es lo que siente (y sentimos) infinidad de ciudadanos en esta Ciudad de la Esperanza después de los acontecimientos de hace algunos días en la línea 12 del metro, cuando colapsó una viga de las vías, dejando 26 muertos y más de 70 heridos.
Está tragedia sólo muestra la gran incompetencia de la mayoría de nuestras autoridades, dado que hasta el momento no hay ningún responsable claro. Aunque ya se iniciaron las investigaciones con peritos internacionales, será hasta algunas semanas cuando se tendrán resultados preciso, pero aun no sabemos si pagarán los verdaderos culpables. Esto es una muestra del abandono a la población de esta ciudad, de los verdaderos trabajadores, los que viven y vivimos en la “periferia”.
“No fue un accidente, fue negligencia”, es lo que se ve en infinidad de pancartas de vecinos que han salido a las calles cercanas de la zona cero en días pasados.
No hay pago o indemnización que pueda cubrir la pérdida de un hijo, una hija, un padre, una madre, un hermano, una hermana, un amigo o amiga fallecida. Más de 26 familias de esta ciudad fueron rotas y las arterias de esta ciudad fueron lastimadas.
Al Gobierno, en todas sus formas y niveles, poco le preocupa sus ciudadanos, y eso se puede ver en las absurdas campañas políticas infantilizadas, sin propuestas claras y sin sentido ni forma. No importa el partido o el color “ideológico” de las propuestas políticas, ninguno está a la altura de las circunstancias.
Todo esto nos recuerda que de verdad estamos solos como ciudadanos. Estamos solos, es lo primero que debemos entender y tendremos que sanar las heridas, si es que queremos una sociedad mejor. Debemos de hacernos responsables nosotros mismos de nuestro propio destino, de nuestro propio futuro y si es que no existe ninguno, lo tendremos que construir a partir de las ruinas.
Los caminos se complican, las posibilidades se reducen, pero también esta tragedia nos demostró que lo único que nos queda es “cuidarnos los unos a los otros”.