Andamos armados

Por Óscar Cuevas

Jorge Luis Preciado propuso una iniciativa de ley para poder portar armas en tu casa, automóvil y negocio. ¿Apoyas la propuesta? Déjanos tu comentario.

A raíz del conflicto armado contra el narcotráfico que los gobiernos panistas y priístas han tratado de ocultar, la discusión que gira en torno a la seguridad pública se ha ido complejizando con el paso del tiempo. Principalmente, debido a la ineficacia de las fuerzas públicas para combatir al narco.

Hasta hoy, miles de mexicanos y mexicanas han tenido que abandonar sus lugares de origen ante la incapacidad de las estructuras de seguridad locales para frenar al crimen organizado. La crisis en materia de derechos humanos ya ha sido reconocida por otros actores, tanto nacionales como internacionales. En otros espacios, hemos descrito brevemente dicha crisis, mencionando el número de víctimas de distintos sectores.

Ante este escenario, algunos actores, como el senador panista Julio Preciado ha propuesto armar a la población ante la incapacidad del Estado para poder frenar la ola de violencia que se vive en varios rincones del país. Dicha iniciativa, es, en principio arcaica, y contraviene la noción de seguridad humana propuesta por los organismos internacionales.

Orientada por los principios de la Carta de las Naciones Unidas,  la seguridad humana subraya “ el derecho de las personas a vivir en libertad y con dignidad, libres de la pobreza y la desesperación … a disponer de iguales oportunidades para disfrutar de todos sus derechos y a desarrollar plenamente su potencial humano.” (Cumbre 2005)

La seguridad humana ha rebasado el viejo concepto de seguridad pública, inspirado en la desconfianza y el recelo. Una sociedad segura no es necesariamente una sociedad armada. Eso lo demuestra Costa Rica, estado latinoamericano que no tiene una estructura militar y que ha logrado crecer sin dicha estructura. A diferencia de países como Chile o Argentina, en donde se dieron golpes militares cruentísimos, México había tenido una historia en la que la violencia no formaba parte de la narrativa oficial hasta el gobierno de Calderón Hinojosa.

El presidente eligió a la guerra contra la delincuencia organizada como la acción de gobierno que le permitiría ganar legitimidad, frente al  importante porcentaje de la ciudadanía que no votó por el. (Aguilar, Meyenberg: 2015)  Hizo visible la capacidad armamentista del crimen organizado, su crueldad y sobretodo, la impunidad con la que actúan.

Si bien es importantísimo abrir la discusión, la iniciativa de Preciado no llega al fondo. Su torpe propuesta propone poder portar armas en vehículos, trabajos y en el hogar; con la intención de defenderse del crimen organizado. Preciado simplifica un tema tan complejo como lo es el entramado social que ha dado origen a dichas organizaciones criminales.

El #SenadorPistolas, dijo que “Tenemos derecho a la legítima defensa y si un delincuente se mete a mi casa o va a mi negocio, por lo menos va a saber que del otro lado puede haber alguien que tenga un arma para responder”. Dichas declaraciones hacen visible la limitadísima percepción que tiene Preciado de la seguridad. Armar a la población no es la solución para detener al crimen organizado, debe irse al origen del problema y combatir aquellas situaciones que generan que las filas de los cárteles crezcan.

Armar a la población solamente endurecería ese clima de desconfianza y desazón que se vive en México. Fomentar la desconfianza entre la ciudadanía no es una vía adecuada para combatir la delincuencia.

@CuevasO33

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