“¿Queda cupo para los héroes en septiembre?
Tienes miedo. Tienes el valor de tener miedo.
No sabes qué hacer, pero haces algo.”
Juan Villoro
Por Charles Gnomosky
Después de una semana del terremoto que golpeó la Ciudad de México, aún queda mucho trabajo que hacer. 19 y 19 de septiembre, pareciera el título de una película de ficción, pero es cierto, una vez más la realidad superó la ficción, en el centro del universo, una vez más volvió a temblar.
La ciudad y sus habitantes nunca seremos los mismos después de esa hora, 1:14 pm, la tierra se movió, pero también el terremoto movió el corazón a muchos mexicanos. Esa tarde de septiembre, en la Ciudad de México, todos (de alguna forma), salimos a las calles. Héroes anónimos y héroes de cuatro patas apoyando en el desastre: amas de casa, albañiles, fresas, niñas bien, hipsters, milellials, nacos, obreros, godinez y cualquier fauna urbana de esta selva de concreto salieron a las calles para ayudar a su prójimo, a darse la mano.
Después de mucho tiempo, todos los que estuvimos en algún momento en las calles durante estos días, nos volvimos a ver a los ojos y vimos no sólo nuestras carencias, sino nuestro corazón, un corazón hecho a la mexicana. El terremoto nos recordó qué tan rotos estábamos y nos recordó un país que estaba en pedazos, pero el corazón y la solidaridad fueron más grandes. Y todos tuvimos miedo, lo sentimos, todos perdimos algo, pero ganamos fuerzas de ayudar, como dice Juan Villoro, “hay que tener valor de tener miedo”, y tuvimos el valor de tener miedo, pero también fuimos valientes a enfrentarnos a nuestros miedos internos, la necesidad de estar con los nuestros, el abrazar y ser abrazado.
La cobertura noticiosa fue impresionante, y no sólo la Ciudad de México tuvo afectaciones, sino los estados de Puebla, Morelos, Oaxaca, además de ya haber resentido los estragos de otro terremoto el 7 de septiembre. Pero también existió la inferencia, los entiendo, también es muy fuerte su terremoto interno. Hubo (en menor medida) personas que no les importa lo acontecido, el terremoto no es una cura de todos nuestros males, sólo es un recordatorio de la fragilidad de la vida.
En los últimos días tanto autoridades y muchas personas quieren regresar ya a sus actividades, a la “normalidad”, ¿a cuál normalidad? A la de los feminicidios, al del narco, al de la violencia, al país de los desaparecidos, a la corrupción, a la inferencia. Esa normalidad, no podrá ser.
¿Qué necesitamos ahora? Mantener esta visión y actitud durante mucho tiempo, nos depara semanas y meses complicados, tenemos que levantar los escombros, enterrar a nuestros muertos y empezar a sanar las heridas. Debemos cobrar conciencia para la reconstrucción física, moral y emocional de las zonas afectadas y de la ciudad misma.
Una vez más el mexicano demostró que su corazón es más grande que las adversidades, todos queríamos un cambio, pero no así, no como pasó. Pero ya estamos aquí y debemos ser fuertes, comparto su dolor con todos los que perdieron algo o alguien ese día, serán semanas duras pero debemos tener el valor de tener miedo para poder enfrentar todo lo que nos avecina.
@CharlesGnomosky
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