Por Pablo Manrique
El otro día perdí mi cartera en la Cineteca y no me la regresaron. No tenía mucho dinero; sólo algunas credenciales. Me resigné casi inmediatamente cuando al día siguiente en el área de objetos perdidos me dijeron que no habían encontrado nada. Pero qué poca madre. ¿Quiénes somos que hacemos cosas así?
Cuando caminamos por nuestras ciudades y vemos infraestructura, edificios, calles, luz y otros servicios, a veces lo damos todo por hecho. A algunos nos maravillan las pirámides. A otros los edificios. Otros no tienen tiempo. Esa es la clave de todo. Veo gente que tira basura en la calle y me siento como un exagerado pensando que son unos traidores a la patria, a la urbe. Quizás también es un engaño, porque la basura sólo se mueve; casi nunca se elimina, o se rehúsa.
He notado que en el metro de la Ciudad de México —que subió de dos a 5 pesos y perdió la mitad de su flamante línea nueva dos meses después de la imposición del aumento — ya no hay basureros. No es fácil sentirse parte de algo, y menos de una entidad monstruosa que parece a veces alimentarnos con el producto de la succión de nuestra propia sangre. Seguir leyendo →