Las mañaneras, ¿propaganda o comunicación?

Por Mtro. Óscar Cuevas

Hace unas semanas terminó el sexenio de López Obrador y una de sus características principales es el modelo de propaganda política que usó en las conferencias matutinas. El presidente saliente fue capaz de dominar la agenda pública y los temas que en ella se discutían gracias a lo que él llamó un ejercicio circular. Sin embargo, «la mañanera» fue todo, menos eso. Veamos por qué.

La comunicación política, en un sentido extenso, es esa condición que permite el intercambio de información entre los actores políticos, medios de información y grupos de la sociedad civil. En un sentido más acotado, es el ejercicio de comunicación que ejercen los actores políticos, dentro de un espacio politizado con el fin específico de mantener el poder e incrementar su reputación entre la ciudadanía o quienes les elegirán en las urnas.

Es la condición necesaria para la legitimación de las instituciones políticas en frente del ciudadano. (Trent y Friedenberg, 1995). Sin embargo, lo ejercido durante la administración de López Obrador en sus mañaneras se aleja de la comunicación política, por lo menos, de dos maneras principales. La primera, es que el uso de sus «otros datos» atenta contra la transparencia y la rendición de cuentas de la ciudadanía y contra el derecho al libre acceso de la información, que se traduce en el impedimento del derecho a ejercer el voto informado.

Y la segunda manera es que una conferencia de prensa puede entenderse como aquél ejercicio en donde los actores políticos comunican información de valor e interés a sus audiencias y a los medios de comunicación. Si bien es cierto que en las conferencias de prensa puede verse el interesante baile entre el vocero y los medios, ambos en una danza por insertar sus mensajes centrales, es importante mencionar que durante la conferencia matutina de López Obrador vimos el incremento de los periodistas militantes y el descenso de los periodistas que buscan cuestionar el ejercicio del poder público.

Este desbalance entre las personas que cubrían la mañanera fue impulsado directamente por Ramírez Cuevas y López Obrador, con el claro objetivo de posicionar sus mensajes clave en los medios afines al régimen. Lo que vimos durante seis años todas las mañanas fue el ejercicio de la propaganda política, característica de los gobiernos con tintes autoritarios.

La propaganda política, a diferencia de la comunicación, según el INE, es una forma de comunicación que busca influir en la actitud de una comunidad respecto a alguna causa o posición, presentando solamente un argumento repetido y difundido en una amplia variedad de medios con el fin de obtener el resultado deseado en la audiencia.

Especialistas en el tema, como Raymundo Riva Palacio o Raúl Cortés han señalado que la mañanera más que un diálogo circular, fue un ejercicio de Gobierno, en donde el expresidente López Obrador y otros funcionarios públicos buscaron insertar, mediante falacias, bulos y el uso de atributos ideológicos, un supuesto éxito de sus políticas públicas, que otras instituciones negaron con datos irrefutables. Por su parte, Luis Estrada, director general de SPIN-TCP, aseguró que las «mañaneras» de AMLO fueron para tratar de distraer de los verdaderos problemas, fue un ejercicio de propaganda del presidente.

Otro tema que se debe analizar por parte de los expertos en comunicación política, periodismo político o periodismo de investigación; es el papel de los «periodistas independientes», que terminaron con loas, vítores y aplausos desenfrenados; conducta que se aleja del papel y de la ética periodística. La continuidad del ejercicio matutino en el sexenio de Claudia Sheinbaum plantea la pregunta si no estamos ante el cambio del modelo de comunicación política, que se basa en la rendición de cuentas y la transparencia a un modelo de propaganda política, que más allá de los resultados de gobierno, apunta a la empatía, la ideología y a la construcción de una opinión pública heterónoma.

Esto, en una democracia, es inaceptable, pues la opinión pública heterónoma es dirigida o manipulada para ser funcional al interés de élites que buscan privilegiar sus posiciones; en cambio, la opinión autónoma permite corregir estos intentos y mantener el interés público en el centro de las políticas del Estado. (Sartori en Rivera Velázquez, 2018)

Es importante entonces que la presidenta Claudia Sheinbaum renuncie al modelo propagandístico impuesto por el expresidente. Como académica, debe privilegiar el uso de los datos y la información de valor. Recordemos que la comunicación gubernamental, es una herramienta que permite mantener el diálogo con la ciudadanía a la que se deben los funcionarios públicos. Además, es fundamental para que se tenga confianza en la gestión, al tiempo que promueve la sana gobernanza y genera entendimiento e idealmente aceptación hacia la propuesta política. La institucionalidad de la comunicación gubernamental no quiere decir que no se busque ser creativos o innovadores. Se refiere a que el tono de los mensajes debe tomar en consideración la diversidad de audiencias, de valores distintos o compartidos y, especialmente, la razón de ser de la institución.

En este sentido, esperemos que la Presidenta comunique para todos y todas.

Puntuación: 4.5 de 5.

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