Un debate anclado en el pasado

Por Mtro. Óscar Cuevas.

En política las palabras importan. En un mundo en donde lo inmediato se privilegia sobre lo reflexivo, los debates presidenciales tienen un rol fundamental en las campañas políticas. La televisión y canales como YouTube facilitan el acceso a los programas de gobierno en un formato que debería ser atractivo para la ciudadanía. En este texto se analiza el primer debate presidencial en 2024.

Hablemos del formato. 30 años han pasado desde el primer debate presidencial en México y lo único que ha cambiado es que se han incluido preguntas que la ciudadanía mandó en redes sociales… ¡En 3 décadas! Los debates en México siguen debiendo. Las redes sociales podrían ser un canal interesante para escuchar de viva voz a la ciudadanía.

En el primer debate presidencial dominó el nerviosismo de las candidaturas y presentadores. La falta de claridad por parte de las candidaturas también fue algo generalizado, aunque las participaciones del candidato de Movimiento Ciudadano (MC) dejaron mucho qué desear. A este nerviosismo se sumó la pésima calidad del audio y la imagen, que en un debate televisado son fundamentales.

Retomado de Milenio TV

La primera conclusión es que Álvarez Máynez fue el gran perdedor. Mostró su falta de miras como estadista y no sería extraño que las preferencias del candidato bajen en las próximas encuestas. Sus intervenciones rondaron el ridículo, casi lo cómico. Lamentabilísima participación del candidato de Movimiento Ciudadano. Queda claro que la contienda es entre dos.

Hablemos de la estrategia de Claudia Sheinbaum. Como puntera hizo bien en ignorar los ataques del tercer lugar y responder de manera simple a los de la candidata opositora. Sin embargo, sigue utilizando en su narrativa los ecos de López Obrador, a quien mencionó en cinco ocasiones durante la transmisión en vivo. Imitar la manera en que el líder morenista se comunica le resta autenticidad a su discurso. Un buen golpe asestado por Gálvez fue señalar que la imitación del discurso obradorista le resta empatía a la abanderada guinda.

La candidata morenista eludió los temas complicados, como el de equidad de género. Y evadió adecuadamente los ataques de la candidata de la oposición. Se le notó parca, indecisa, nerviosa, insegura. Buscó comunicar que Xóchitl es la candidata del PRIAN, del pasado, de la corrupción. Llama la atención que Claudia Sheinbaum afirme que en salud y educación México va por buen camino. Pues en una estadista, no reconocer la gravedad de un problema habla también de su poca capacidad para realizar un diagnóstico adecuado. Dos errores graves: la risa ante el caso Rébsamen y confundir al PRD con Morena.

Retomado de El Financiero

La mayor contradicción que enfrenta Sheinbaum es la promesa de continuidad. ¿La estrategia de seguridad será la misma? ¿El sistema nacional de salud seguirá desintegrado? ¿Las empresas continuarán temerosas de que el Estado de Derecho se modifique sin lógica ni avisos previos? ¿Se continuará con los caprichos del presidente saliente como el proyecto de trenes de pasajeros? Ahí se presenta la contradicción y Gálvez debe saberlo.

Sin embargo, Xóchitl Gálvez desaprovechó la oportunidad de ganar el debate. Le faltó un gancho al hígado en la línea de flotación de la honestidad valiente del morenismo. La candidata opositora se ha contagiado del populismo presidencial. Prometió una pensión universal, otra para mujeres y otra más. La pregunta es, ¿de dónde saldrá el dinero para esos programas? ¿Por qué no habla de una reforma fiscal?

Tres aciertos de Gálvez: hablar de robótica, inteligencia artificial e inglés como herramientas fundamentales del nuevo modelo educativo. Prometer que habrá menos adjudicaciones directas y apostar por la tecnología como la gran impulsora de la eficiencia administrativa. Vestir de blanco fue otra buena decisión, pues se desmarca de los colores partidistas.

Pese a la voluntad de las candidaturas, el debate no dejó nada nuevo. Sheinbaum sale como la puntera, con algunas abolladuras pero sin perder el talante de liderazgo en la contienda. Gálvez fue una buena centro delantera, pero cuando la tuvo, la dejó ir, como diría un comentarista popular. Máynez deberá recomponer si no quiere poner en riesgo el registro nacional de su partido.

Los grandes perdedores del debate somos los ciudadanos. Fuimos testigos de la baja calidad argumentativa de las candidaturas. Las propuestas populistas ocuparon el centro del debate. Se esperaban del lado de Sheinbaum, quien retomó los programas sociales del presidente; pero Gálvez y Máynez decepcionan al prometer programas que no son sostenibles económicamente. El gran tema ausente es la reforma fiscal, ninguno quiere aceptar que será necesaria para arrancar su presidencia sin riesgos en las finanzas públicas.

Seamos más exigentes. Necesitamos elevar el nivel argumentativo de las candidaturas. Preguntemos por el cómo, no solamente por el qué de los programas de gobierno. A esperar que el segundo debate sea mejor. Especialmente de tu parte, Máynez. Eres candidato presidencial, para payasear, ya están las discotecas.

Puntuación: 4.5 de 5.

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